Este artículo es la segunda y última entrega de una serie dedicada a los bosques secos tropicales. La primera parte abordó qué son y por qué importan.
Primera parte: Bosques secos tropicales: un bioma vital que desaparece en silencio
Impulsores de la degradación
El valor subestimado de los bosques secos tropicales hace que su rápida destrucción resulte aún más alarmante. Estos ecosistemas no están simplemente amenazados; se encuentran en un estado de colapso, desapareciendo a un ritmo que puede ser incluso mayor que el de los bosques húmedos. Esta crisis está impulsada por una poderosa confluencia entre la conversión de tierras a escala industrial y las crecientes presiones del cambio climático, lo que crea un ciclo de destrucción que se refuerza a sí mismo.
La frontera agrícola: focos de deforestación e impulsores
La magnitud de la pérdida es asombrosa. Un estudio clave de 2022 reveló que más de 71 millones de hectáreas de bosques secos tropicales —un área más del doble del tamaño de Alemania— fueron destruidas solo entre 2000 y 2020. Esto confirma lo que los científicos han advertido durante mucho tiempo: los bosques secos tropicales se encuentran entre los ecosistemas terrestres más amenazados del planeta.
Foto oleh Rainforest Action Network.
El motor principal de esta destrucción ha pasado de la agricultura de subsistencia a pequeña escala hacia una agricultura industrial e intensiva en capital que produce materias primas para los mercados globales. Los bosques secos tropicales son los principales focos de conversión. Sus suelos suelen ser más fértiles que los de los bosques tropicales y su marcada estación seca facilita el despeje de tierras, especialmente mediante el uso del fuego. Esto ha generado fronteras de deforestación en rápida expansión en varios puntos críticos:
- América del Sur: El Gran Chaco, que se extiende por Argentina, Paraguay y Bolivia, y la sabana del Cerrado en Brasil son los epicentros mundiales de la conversión de bosques secos tropicales. Grandes extensiones se están talando para el cultivo a gran escala de soya y la ganadería.
- Sudeste asiático: Los bosques secos de Camboya, Laos y Vietnam enfrentan una enorme presión por la expansión agrícola y la tala.
- África: El continente alberga más de la mitad de las áreas de frontera de bosque seco tropical que aún existen en el mundo, donde la deforestación se acelera. Aquí, los impulsores son una combinación de expansión agrícola y una intensa demanda de tierra y energía (leña y carbón vegetal) por parte de poblaciones en crecimiento.
Esta presión se despliega en un paisaje en gran medida desprovisto de protección formal. Menos de un tercio de los bosques secos tropicales que aún quedan en el mundo se encuentran dentro de áreas protegidas, lo que deja a la gran mayoría de estos ecosistemas críticos expuestos y vulnerables a la conversión.
El cambio climático como multiplicador de amenazas
El cambio climático no es una amenaza ajena ni futura; es un agente activo que acelera el colapso actual de los bosques secos tropicales. Actúa como un poderoso multiplicador de amenazas, debilitando la resiliencia de estos ecosistemas y haciéndolos más susceptibles a otras presiones.
- Estrés fisiológico: A medida que aumentan las temperaturas globales, los bosques secos tropicales experimentan estaciones secas más largas e intensas. En la región de Guanacaste, en Costa Rica, por ejemplo, la estación seca se ha alargado en dos meses desde la década de 1960. Estos cambios llevan a plantas y animales a sus límites fisiológicos, reduciendo su capacidad de alimentarse, reproducirse y sobrevivir.
- Desacoplamiento ecológico: La compleja sincronía del ecosistema de los bosques secos tropicales se ve alterada. Las lluvias irregulares —que llegan demasiado temprano, demasiado tarde o en breves e intensos aguaceros seguidos de nuevas sequías— interrumpen las señales sincronizadas que vinculan la floración de las plantas con la aparición de insectos. Este “desacoplamiento” puede hacer que redes alimentarias enteras se desmoronen desde la base, provocando declives catastróficos en las poblaciones de insectos y en las especies que dependen de ellos.
- Mayor riesgo de incendios: La combinación de sequías prolongadas, temperaturas más altas y actividad humana crea una situación explosiva. Los científicos advierten que los bosques secos tropicales se están volviendo “aún más inflamables”, lo que aumenta el riesgo de incendios a gran escala y de alta intensidad que pueden destruir permanentemente los fragmentos de bosque que aún quedan.
- Pérdida de refugios climáticos: En muchos paisajes de bosques secos tropicales, los bosques nublados cercanos en las laderas montañosas sirven como vitales refugios frescos y húmedos para los animales durante las partes más duras de la estación seca. El aumento de las temperaturas está forzando a que estas capas de nubes se formen a mayor altitud, reduciendo efectivamente estos “refugios climáticos en las alturas” y dejando a las especies de tierras bajas sin un lugar donde escapar del calor.
El colapso de los bosques secos tropicales no es, por lo tanto, un proceso simple ni lineal. Es un devastador ciclo de retroalimentación en el que los impulsores se refuerzan entre sí.
La demanda global de materias primas alimenta la deforestación. Esta conversión a gran escala de tierras, a su vez, puede alterar los patrones regionales de lluvia, agravando las sequías y el estrés térmico causados por el cambio climático global. El bosque debilitado y más seco se vuelve entonces más vulnerable al fuego y a nuevas conversiones. Esta sinergia entre la agricultura industrial, el cambio climático y la débil gobernanza crea una espiral descendente: una “tormenta perfecta” que acelera la destrucción de este bioma.









