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Hidrología indecisa

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La creencia general es que cortar los bosques tropicales causa inundaciones devastadoras, seca arroyos y ríos, hace que llueva menos y sedimenta presas y canales. Para solucionar esos problemas se requiere plantar árboles, pero ni quiera dios que se siembren eucaliptos porque eso secaría todo, y allí habría un problema más grande todavía. Es así de sencillo.

Lo siento amigos. El mundo es un poco más complicado, y ese tipo de respuestas fáciles no resolverán mucho. Deforestar y talar árboles puede acrecentar las inundaciones pequeñas, pero probablemente no tienen mucho que ver con las inundaciones grandes. En la mayoría de los casos quitar los árboles no secará los ríos o los arroyos, ni siquiera durante la época seca. Es más, en algunos casos puede aumentar sus caudales, particularmente si los bosques se sustituyen con algo que compacta los suelos y reduce su capacidad de infiltración. No hay evidencia concreta que cortar los árboles reduzca la lluvia, aunque tampoco se puede descartar la posibilidad. Sustituir bosques por cultivos o potreros generalmente aumenta la erosión del suelo y la sedimentación, pero no siempre. En cualquier caso, construir caminos y casas podría ser el principal culpable en cuanto a la sedimentación. Sembrar árboles puede ser parte del problema, y no la solución, aún si no se trata de plantar eucaliptos.

Eso es lo que nos dice Sampurno Bruijnzeel en "Funciones hidrológicas de los bosques tropicales, Olvidando el suelo por ver los árboles?" – una revisión de literatura reciente publicada en Agricultura, Ecosistemas y Medio Ambiente. Él debe saber. Él bien podría ser el experto más importante del mundo respecto a cómo la deforestación, extracción forestal y reforestación afectan los regímenes hidrológicos en las zonas tropicales. Él analizó el tema por primera vez hace casi dos décadas y desde entonces lo sigue estudiando.

Bruijnzeel eligió ese título para su más reciente estudio para acentuar que generalmente la vegetación, en sí misma, no es el factor más importante. Lo más importante es lo qué le pasa al suelo. La agricultura bien manejada puede a veces ser tan buena para las cuencas hidrográficas como los bosques, mientras que maltratar los suelos puede hacer más daño que lo que la mayoría de los expertos se imaginan.

Bruijnzeel es lo suficientemente práctico para darse cuenta que los profesionales necesitan pautas generales que puedan seguir. Al mismo tiempo también sabe que los gobiernos y las ONGs han perdido mucho dinero en proyectos de manejo de cuencas con soluciones fáciles que resultaron no tener sentido. Así que presenta muchas de sus conclusiones dejando claro las complejidades y los vacíos de información y ha ido cambiando sus ideas con el tiempo. Este último trabajo suyo no será la última palabra en esta materia. Tampoco lo será el siguiente. Pero sigue siendo el mejor que tenemos y puede ayudar a tomar buenas decisiones.