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Corta con cuidado en el Arca de Noé

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Muchos de los pájaros, monos, murciélagos y gatos silvestres que el mundo quiere salvar viven en bosques donde se explota la madera. Si los madereros tuvieran un poco más de cuidado, esos animales lo pasarían mejor. Esa idea inspiró a Erik Meijaard y a sus colegas a escribir La vida post-extracción, Reconciliando la conservación de la vida silvestre y la producción forestal en Borneo, Indonesia. Allí demuestran cómo la extracción maderera afecta la vida silvestre en Borneo y en otras partes del Sureste Asiático y hacen sugerencias sobre cómo conservarla.

La extracción cambia los bosques. Los caminos y trochas madereros fragmentan a los bosques y muchos animales tienen dificultad para pasar de un fragmento a otro. Algunas especies prosperan, mientras que otras no; lo que afecta la disponibilidad de alimento para los animales. Los nidos de ciertos animales se derrumban de los árboles. Más luz llega hasta la tierra, y eso calienta el suelo y la vegetación y los seca. Los bosques disecados y llenos de deshechos dejados por el aprovechamiento de la madera prenden fuego con mayor facilidad. El suelo se erosiona y se arrastra hacia los arroyos y ríos y eso los altera. Y suelen aparecer los cazadores.

Aún así, mientras los madereros no fragmenten el bosque demasiado y no se permita que la caza aumente de forma explosiva, la mayoría de los animales tolerarían cierto nivel de extracción; aunque no todos. La extracción tiende a causar más problemas para especies que solo comen unas pocas cosas muy específicas. Los animales que comen solo insectos o frutas sufren más que aquellos con dietas más diversificados. Las especies que permanecen siempre en la tierra o en las copas de los árboles se afectan más que los que pueden andar por todos lados. Los animales carnívoros que requieren de grandes extensiones también tienen más problemas. Los peces y ranas que prefieren agua clara no aguantan mucho el agua lodosa. No obstante, a muchos animales les va bastante bien en bosques explotados.

Para proteger la fauna, los autores sugieren que las empresas hagan lo siguiente: diseñar sus caminos y trochas para fragmentar los bosques lo menos posible; mantener alejados a los cazadores; hacer claros más pequeños en el bosque; evitar cortar las lianas y el sotobosque; y tratar de no perturbar el suelo. Algunas áreas no se deben tocar, particularmente las orillas de los ríos, las aldeas abandonadas, los lugares donde los animales consiguen sal y las pequeñas lagunas naturales. Los madereros no deben tumbar los árboles huecos ni los frutales (especialmente higos) ni perturbar las trozas en estado de descomposición. Esto no va a salvar a todas las criaturas de Dios, pero ayudaría.