La reciente inundación de Nueva Orleáns y los grandes incendios forestales tienen mucho en común. No importa cuantas veces los expertos digan a los gobiernos que deben actuar de forma decisiva antes de que ocurran estas cosas, nadie les escucha hasta que se están ahogando en agua fétida o se están asfixiando con humo cáustico.
Los incendios catastróficos de 1997/98 en Indonesia arrasaron un área más extensa que el Reino Unido, causando miles de muertes y miles de millones de dólares en pérdidas y descargando cantidades enormes de carbono en la atmósfera. Eso provocó una serie de medidas de emergencia y proyectos, pero una vez que los incendios se apagaron, los donantes y los legisladores pronto perdieron interés. Entre tanto, nadie solucionó los problemas fundamentales, y la mayoría de los analistas pronostican que la próxima vez que Indonesia sufra una sequía grave ligada al fenómeno del Niño los incendios forestales podrían ser aún peores.
Para prevenir estos incendios, primero hay que entender su causa. El documento "Fuego, gente, y píxeles: Vinculando las ciencias sociales y la remota a la comprensión de las causas fundamentales e impactos de los incendios forestales en Indonesia" escrito por Ronna Dennis y sus colegas, presenta una descripción excelente. Este artículo de Human Ecology está basado en un análisis profundo de las causas de los incendios en ocho sitios en el sur de Sumatra y el este y oeste de Kalimantan. El estudio combina imágenes de satélites, datos de los puntos calientes ("hotspots"), y entrevistas con las empresas, los pobladores y los funcionarios públicos para entender cómo se usa el fuego en diferentes sitios.
Los autores concluyeron que la causa de los incendios varía mucho según el sitio. Tanto las grandes empresas de plantaciones como los pequeños agricultores utilizan el fuego para quitar la vegetación natural para poder plantar y como arma contra otros grupos en conflictos sobre la tenencia de tierras. Las empresas hacen despeje para las plantaciones de palma africana
y de árboles madereros. Los pequeños granjeros despejan sobre todo para los cultivos anuales, el café, o el caucho. Los pobladores queman la vegetación para facilitar su acceso a áreas de pesca y caza. Muchas áreas que no deberían ser quemadas terminan afectadas debido a que los productores pierden control sobre los incendios que provocaron.
Muchos factores estimulan las quemas. Varias agencias estatales asignan la misma tierra a diversos grupos y no quieren reconocer los derechos de las comunidades. La gente tiene poco incentivo para asegurar que las quemas no se salgan de control y afectan áreas no previstas. Las quemas pueden ser la forma más barata de despejar un área, y no hay mucha ayuda para empresas que están dispuestas a explorar otras opciones. La actividad maderera genera materia seca inflamable y seca el bosque, haciéndolo más susceptible al fuego. El drenaje de los pantanos de turba para las plantaciones también los hace más inflamables. El gobierno tiene escasa capacidad para regular los incendios o para enseñar a la gente a manejarlos.
Estos problemas requieren cambios grandes en la tenencia de las tierras, reformas de las políticas agrícolas y forestales y métodos adaptados a cada región. Para los políticos y los donantes es mucho más fácil sentarse y no hacer nada, que tocar estos temas complejos y sensibles. No ven para qué actuar si es que todo está bien – hasta que algo sucede.








