Las empresas grandes no son las únicas que pueden ganar dinero a partir de los bosques. Los pequeños productores y las comunidades también lo pueden hacer. Podrían competir con éxito en varios mercados si se les diera la oportunidad. A veces esto los lleva a destruir los bosques, pero otras veces sucede lo contrario. A menudo las políticas gubernamentales desincentivan la producción forestal a pequeña escala, cuando deberían promoverla. Las compañías privadas, las ONGs, y las organizaciones populares pueden proporcionar nuevos mercados y servicios técnicos y financieros cruciales. Así afirma el libro "Una nueva agenda para la conservación de los bosques y la reducción de la pobreza, haciendo que los mercados funcionen para los productores de bajos ingresos" por Sara Scherr, Andy White y David Kaimowitz, publicado hace poco por Forest Trends, el CIFOR y la UICN.
Los productores pequeños tienen varias ventajas:
* Controlan por lo menos la cuarta parte de los bosques en países en vías de desarrollo.
* Muchos tienen propiedades cerca de mercados de fábricas de pulpa y de mercados urbanos que crecen de forma acelerada.
* Sus sistemas de producción diversificados les ayudan a protegerse de los cambios de precio y de otros riesgos.
* Pueden usar tierras y mano de obra sub-utilizadas para la realización de actividades forestales.
* Los países de escasa cobertura forestal dependen en gran medida de los árboles que crecen en pequeñas fincas.
* Los mercados de "comercio justo" ofrecen precios más altos por los productos producidos por pequeños productores y comunidades.
Entonces, ¿por qué los pequeños productores no venden más productos forestales?
De hecho, venden más de lo que la gente piensa. Pero muchas de estas ventas no se contabilizan. Las estadísticas oficiales sobre los productos forestales que venden los pequeños productores como la leña, el carbón, los postes, las plantas medicinales, la carne de monte, los muebles, las artesanías, y la madera utilizada para la construcción local suelen ser muy pobres. Además, una gran parte de lo que venden los pequeños productores es técnicamente ilegal.
Otro problema es que muchos gobiernos simplemente no le han dado una oportunidad a los productores pequeños. Ellos solo otorgan concesiones forestales a las grandes empresas. Los pequeños agricultores no pueden cumplir con sus reglas burocráticas y no tienen dinero para grandes sobornos o conexiones que les puedan ayudar. Pocos programas públicos – o aun de ONGs- ofrecen el tipo de servicios que necesitan los pequeños productores para poder competir. Para que puedan demostrar su verdadero potencial para competir en los mercados hace falta eliminar estas inequidades.
Los mercados forestales no son para todos. Muchas familias simplemente son demasiado pobres o se encuentran demasiado aisladas para poder aprovecharlos. Para ellas, los bosques son sobre todo una especie de "red de seguridad" (safety net) que evita que la situación sea aun peor. Como explica el libro, hay ciertos mercados donde los productores pequeños probablemente nunca podrán competir porque se requiere demasiado capital y/o sistemas de comercialización muy extendidos. No obstante, en muchos otros casos, ser pequeño no es apenas una cosa hermosa. También es un buen negocio.








