Durante las últimas dos décadas, varios países asiáticos han hecho reformas muy sonadas con el fin de darles a las comunidades más derechos y deberes con respeto a los bosques. David Edmunds y Eva Wollenberg de CIFOR editaron un número de la revista "Environmental History" que examina la Gestión Forestal Conjunta (JFM) en India, la forestería comunitaria en Nepal, las asignaciones de bosques a familias individuales en China y el manejo comunitario de los recursos naturales (CBNRM) en las Filipinas. Su ensayo introductorio concluye que las reformas han sido buenas para los bosques pero que la gente pobre se ha beneficiado menos de lo que originalmente se esperaba.
Los departamentos forestales públicos han mantenido el control sobre decisiones claves y han dejado los mejores bosques para ellos mismos. Las altas tasas de impuestos, las políticas comerciales más pensadas y el exceso de normas y controles han limitado los ingresos de las familias pobres. Las élites locales han capturado muchas de las ventajas y a menudo las familias pobres no tienen como oponerse a eso.
Muchos funcionarios forestales defienden sus acciones argumentando que la gente de las comunidades no cuida los bosques. De hecho, es cierto que muchas de las instituciones tradicionales para el manejo de los bosques nunca han trabajado bien o se han debilitado o desaparecido. Algunas de las instituciones tradicionales no son democráticas y discriminan contra las mujeres, las minorías étnicas y la gente sin tierra. Mucho conocimiento tradicional sobre los bosques no se aplica en el contexto actual. No obstante, a menudo los funcionarios forestales utilizan estos argumentos como excusa para proteger sus privilegios y fuentes de ingreso, en vez de buscar maneras creativas para fortalecer las capacidades locales.
A los usuarios pobres del bosque les ha ido mejor cuando ellos se han movilizado para ejercer presión sobre los departamentos forestales y han construido alianzas con ONGs, así como con oficiales del Gobierno y donantes que simpatizan con ellos. Organizaciones regionales y nacionales de pequeños productores forestales en India, Nepal, y las Filipinas lograron mayores beneficios gracias a las protestas de sus miembros, el cabildeo, la presentación de demandas judiciales y el uso de los medios masivos de comunicación. A veces las organizaciones de base y las ONGs pierden el contacto con la gente que deben servir y se interesan más por sus propios intereses. Muchos de ellos carecen de los conocimientos técnicos y de los mercados necesarios para brindar alternativas prácticas a los pequeños productores forestales. Sin embargo, la experiencia sugiere que la burocracia estatal solo responde a las necesidades de las familias rurales pobres si alguien los empuja a hacerlo.
Es hora de empujar un poco más fuerte.








